LA MIRADA QUE RESPIRA DE VÍCTOR M. PÉREZ

Carlos Guillermo Navarro
Escritor

Dentro del campo de lo que hoy se constituye como novela histórica, nos encontramos con otro estilo de contenido histórico que constituye el libro de memorias, y que no veo excesivas diferencias entre uno y otro. Es más abogo porque ese libro de memorias se convierte en algo tan personal de la vida de quien lo relata y tan fidedigno, que tiene la ventaja de que los nombres que aparecen son frutos de esa historia verdadera que nos cuenta el autor, y nos facilita la verdad de los hechos el propio lector porque en muchos momentos, no solamente hemos vividos esos estados infantiles o de juventud, sino que lo que se nos refiere está definiendo la vida real.

El libro del que hablamos, “La mirada que respira” es un friso estupendo de lo que fue una época, y de la que muchos podemos dar fe, independientemente de aquellas actuaciones personales del autor que se integran en el consciente colectivo de muchos por haberlas vividos.

Solamente la titulación de los capítulos nos lleva a comprender que abarca una época de la cual formamos partes, sin ni siquiera ahondar en su contenido. Pero cuando profundizamos en la lectura se abre de pronto la mente y nos indica que somos más que parte de ese tiempo, nos integramos como miembro de los hechos.

Uno de los elementos más distanciadores que tiene un libro de memoria, es el aburrimiento que puede producir cuando alguien relata su vida, eso de pasear por la plaza, hablar con el padre o la madre, referirse a la televisión, y otras muchas cosas cotidianas, nos puede llevar al tedio más absoluto, como ya me ha pasado en otros casos.

Nos equivocamos si pensamos que este libro de memorias, aunque no se relaten grandes batallas sino la cotidianidad de algunos acontecimientos personales, es así. Nos encontramos con un estilo depurado, con exposiciones exactas, contenidos que hablan de vivencias muy acertadas, y hablarnos de lo cotidiano de su pueblo y de las personas no sólo puede resultar esclarecedor sino atractivo para el lector, introduciéndolo en un mundo de aparente normalidad, pero con una clarificación que ya nos gustaría que ciertas novela histórica nos metiera en esa acertada cotidianidad de la vida en cuanto a las personas, y que tuviera la verosimilitud de la verdad de lo que este libro narra.

Víctor M. Pérez ha conseguido hacer de su contenido un cuadro magnífico de su tiempo infantil, añadiéndole en gran medida en los primeros pasajes de los diferentes capítulos connotaciones políticas, y traer a colación a través de sus páginas a numerosos personajes literarios, cineastas, políticos y científicos para apoyar los numerosos acontecimientos que retiene en su memoria. Y así nos dice en uno de sus capítulos,

“Desde que nacemos estamos luchando por sobrevivir. Desde que los sentidos comienzan a funcionar, lo hacen para agarrarse a la vida con la inusitada fuerza, con el deseo innato de pervivir mutando, aprendiendo”

Palabras del autor, que se acerca todavía más a ella, al hacer un inciso e introducir a Giordano Bruno cuando decía “Todo cambia, todo muta, nada se aniquila”. Como otras muchas citas para dar consistencia al texto. Para escribir un libro de memoria, hay en muchas ocasiones que relatar hechos y situaciones que pueden doler a las personas a las que se retrata, simplemente porque la verdad a veces duele, y se dicen cosas que a nadie les apetece que se destapen. Por ello afirma el autor,

“Para ser escritor debes tener coraje, si no se es valiente, no puedes mostrar autenticidad, ya que un rasgo básico y fundamental en un escritor que se aprecie es la verosimilitud”

En unos casos, afecta a algún personaje que no querría que se conociera su situación. Me acuerdo de Federico Fellini, cuando Giulietta Massina, dijo que ya estaba bien que hablase de sus relaciones personales; en otros, se encuentran tan cerca que te lo pueden echar en cara; y por último, en otros casos, es el propio autor quien se desnuda sobre cosas que no todo el mundo está dispuesto a contar porque forma parte de una intimidad tan personal como cerrada. Y así el propio autor reconoce, entre otros tantos pasajes,

“Aún conservo nítida la primera vez que eyaculé. De una manera insistente me tocaba hasta que llegó un fluido viscoso y pegajoso, el semen. A partir de aquella primera sensación extraña y torpe, me fui aficionando a sentir más y más veces el placer por aquello”

Esta actuación forma parte de una generalidad que el que más o el que menos, ha logrado satisfacer sus deseos, a veces poniendo el grito en el cielo por los años perdidos con las ocasiones desaprovechadas.

Trata, a su vez, también el campo y las calles de su pueblo, esa hora en que los animales y las personas dejan la jornada para cumplir con el reposo,

“En la parte superior de la rambla, en la calle las Cañas, los burros transitaban de forma pausada y lenta con sus alforjas llenas de cañas cortadas”

Representa también el choque entre el mundo de ayer, de la selva de la calle, donde se jugaba a lo que se pillara, y el mundo moderno de la selva de los ordenadores, magnífica exposición de avances tecnológicos, reproduciendo un mundo mucho más adelantado, pero probablemente aquellos lejanos eran más inocentes. La base fundamental del libro es la memoria, y deja con claridad manifiesta que el recuerdo es algo que todos llevamos dentro. Dejando abierta al final la espita para cualquier situación que nos pueda llegar, y constatando la confianza en el propio ser humano,

“Detrás de un sí se esconde un pequeño no y detrás de un no se esconde un pequeño sí. Solo confía en tu intuición y nunca pierdas la fe en ti mismo”

Un libro de memoria que es histórico porque nos hace volver a tiempos pasado donde se nos acumula el recuerdo, con una prosa exquisita, y una visión de la época única que certificamos los que conseguimos vivirla. Estupendo libro de memorias.

Compartir:

Share on facebook
Share on whatsapp
Share on linkedin
Share on pinterest
Share on print
Share on email