Comentario de texto sobre un fragmento de “Apuntes de una crónica negra”, Antonio García Velasco

Comentario de texto sobre un fragmento de “Apuntes de una crónica negra”, publicado en el nº 107, en 2020, Julio-Diciembre, en la revista Gibralfaro, realizado por Antonio García Velasco, Doctor en Filología Hispánica y escritor.

Un método de acercamiento a una obra para conocerla críticamente[i] consiste en tomar un fragmento de la misma y estudiarlo en profundidad. A este paso, debe seguir la comprobación de si el texto escogido tiene valor paradigmático y, por tanto, representativo del autor en la temática, en el estilo y. quizás, en sus valores histórico-pragmáticos. Con independencia de la consiguiente comprobación, siempre será revelador el comentario de un fragmento, más o menos breve, de una obra literaria. En él aparecerán rasgos que, si no caracterizan el conjunto de las obras de su autor sí, al menos, aquella a la que el fragmento pertenece.

Con tal ánimo, he tomado un texto de la novela de Carlos Guillermo Navarro titulada Apuntes de una crónica negra, publicada en Ayped, Madrid, 2006. Lo comento siguiendo la metodología expuesta en numerosas ocasiones[ii]. Primero, pues, el Texto y después, por este orden, Valor de contenido, Valor artístico, Valor histórico-pragmático y Notas complementarias.

  • Texto:

Godofredo se fijó en su exmujer que se había levantado para concluir el diálogo, y ahora que se entregaba en los brazos de otro la apreciaba más por contener un cuerpo que se le antojaba a rabiar. Le asaltaron unos deseos enormes de poseerla. A pesar de la juventud que como enamorado observaba en Ana María, se desbocaba con ganas de cornear a su exmujer, cuyo cuerpo se le realzaba al comprobar cómo la perdía. Su itinerario ojeador se detuvo en su curva trasera rematada en prieto redondeo cuando entraba en la cocina, y convino consigo mismo que aquella naturaleza le resultaba desconocida, reconociendo como fracaso su ruptura. Incluso desaparecida de su visión, por haber traspasado el umbral de la puerta, se relamió por la seducción que le había agitado, sin que nunca se hubiese atrevido a arriesgar su palabra de que le pudiese excitar tanto. Por la inclinación irrepetible y la caricatura de monigote que se le había quedado, elaboró la celada, aceptando como inevitable los consejos de Dimas Reyes. Ni desbloqueada la situación cabría volver a entenderse con Martina Sanromán, lo que le proporcionaba una desazón por lo que intuía que podía haber gozado con ella. Pero percatado del abandono definitivo, le resurgía la ruta marcada por Dimas Reyes de actuar en su provecho. Debía fecundar de una historia real una historia ficticia. Derivaría las tragedias y sus efectos tenebrosos hacia su propio interés. Procuraría que los misterios que envolvían los asesinatos apuntaran hacia las personas que le eran desafectas.

Le sobrevino la premura de reparar la enemistad con su exmujer, aleccionado por el planteamiento de si había perdido esa posesión corporal, la reciente voluntad desplegada por Ana María le haría retomar a la novel candidata y desentenderse del episodio que instantes antes le había inspirado la sed de venganza.

Cuando Martina Sanromán apareció, el rostro de Godofredo revelaba confusión y a la vez serenidad en consonancia con el deleite que le producía su exmujer y el temblor por el deseo que le nutría. Quedó con una expresión dispersa, tocada por la necedad que se pospone a la desorientación.

Martina Sanromán prescindió del estilo punzante que la caracterizaba y se internó por una mutación pragmática. Con ese toque femenino que manipula con las formas la fascinación de los sentidos, dobló el cuerpo por la cintura para recoger un kleenex de la batea de la mesa de centro, pegándose el camisón por la parte trasera, hasta introducirse por la ranura de los dos cachetes del culo, y se sentó a continuación aupándose los bajos y dejando volar los muslos hasta producirle desconcierto a Godofredo.

El astuto descaro provocó a Godofredo que había captado el reto de la desvergonzada maniobra.

  1. Valor de contenido

El contenido del fragmento de una novela siempre está limitado y condicionado por el antes y el después, salvo el inicio que siempre es condicionante o condicionador de lo que sigue. Esto quiere decir que, necesariamente, el texto escogido, salvo una brevedad muy seleccionada, podrá contener alusiones al pasado, o sea, a lo que precede al hecho relatado y otras que apunten al futuro, a lo que ocurrirá o se aclarará después. Estas primeras alusiones imprimen coherencia narrativa y ayudan al lector a ir enlazando lo narrado con lo que se narra en el momento presente. Las segundas deben contener elementos para despertar el interés del lector por lo que se narrará después.

Temática:

Hecha la aclaración precedente y que ya señalaremos en el texto que comentamos, el tema podría enunciarse de modo argumental o referencial como “los deseos de relación sexual que en el personaje despierta su exmujer”. Si lo formulamos en un grado esencial o simbólico el tema será: “El deseo de recuperar lo ya perdido”.

El argumento o asunto: “Godofredo ha tenido un encuentro con Martina Sanromán, su exmujer y, al verla en camisón, con curvas insinuantes, al apreciar su cuerpo de señora atractiva, se le despierta el deseo de poseerla y se pregunta si tendría que haber evitado la ruptura matrimonial”.

Estructura temática:

  1. Línea primera hasta el final de la línea 10: “Godofredo se fijó …hasta … le pudiese excitar tanto”. Los deseos del personaje en presencia de su exmujer.

  • Tal deseo se enuncia en cinco subpartes reiterativas:
    • Godofredo se fijó en su exmujer que se había levantado para concluir el diálogo, y ahora que se entregaba en los brazos de otro la apreciaba más por contener un cuerpo que se le antojaba a rabiar”.
    • Le asaltaron unos deseos enormes de poseerla”.
    • A pesar de la juventud que como enamorado observaba en Ana María, se desbocaba con ganas de cornear a su exmujer, cuyo cuerpo se le realzaba al comprobar cómo la perdía”.
    • Su itinerario ojeador se detuvo en su curva trasera rematada en prieto redondeo cuando entraba en la cocina, y convino consigo mismo que aquella naturaleza le resultaba desconocida, reconociendo como fracaso su ruptura”.
    • Incluso desaparecida de su visión, por haber traspasado el umbral de la puerta, se relamió por la seducción que le había agitado, sin que nunca se hubiese atrevido a arriesgar su palabra de que le pudiese excitar tanto”.
    • Desde “Por la inclinación … (línea 10) hasta el primer punto y aparte: “… que le eran desafectas”.

Al deseo presente se unen consideraciones sobre lo que le conviene más en su actual situación:

  • La imposibilidad de reanudar las relaciones con su ex: “Por la inclinación irrepetible y la caricatura de monigote que se le había quedado, elaboró la celada, aceptando como inevitable los consejos de Dimas Reyes. Ni desbloqueada la situación cabría volver a entenderse con Martina Sanromán, lo que le proporcionaba una desazón por lo que intuía que podía haber gozado con ella”.
  • La resolución de aceptar la situación actual y sacar provecho de la misma: “Pero percatado del abandono definitivo, le resurgía la ruta marcada por Dimas Reyes de actuar en su provecho. Debía fecundar de una historia real una historia ficticia. Derivaría las tragedias y sus efectos tenebrosos hacia su propio interés. Procuraría que los misterios que envolvían los asesinatos apuntaran hacia las personas que le eran desafectas”.
  • Nuevos deseos de reparar la ruptura con su exmujer: segundo párrafo: desde “Le sobrevino la premura” … hasta “…la sed de venganza”.
  • Gestos provocativos de Martina: “Martina Sanromán prescindió… hasta “… producirle desconcierto a Godofredo”.
  • Reiteración de los deseos de Godofredo: últimas líneas: “El astuto descaro provocó a Godofredo que había captado el reto de la desvergonzada maniobra”.

Expresión

Forma de expresión (por la forma del contenido): Expositivo-narrativa.

Desenvolvimiento (cualidad de los rasgos definitorios del argumento, “materiales” con los que se actualiza la forma de expresión): ficticio con tendencias a la objetividad que cabe en narrador omnisciente.

  • Valor artístico

Los deseos de Godofredo expresados con reiteración quedan marcados por palabras o frases suficientemente expresivas de la intensidad y evolución de sus sentimientos: “un cuerpo se le antojaba a rabiar”, “Le asaltaron unos deseos enormes de poseerla”, “se desbocaba con ganas de cornear a su exmujer”, “se relamió por la seducción que le había agitado”, “le pudiese excitar tanto”, “una desazón por lo que intuía que podía haber gozado con ella”, “la premura de reparar la enemistad con su exmujer”, “el deleite que le producía su exmujer y el temblor por el deseo que le nutría”, “producirle desconcierto a Godofredo”, “provocó a Godofredo”. Pero, aunque la isotopía se caracterice por la redundancia, hemos de observar la evolución de los sentimientos: primero es la excitación irracional y, posteriormente, la reflexión: no creía que lo fuese a excitar tanto, el temblor ante la idea de una aceptación, el desconcierto… O sea, siempre se añade un elemento dinamizador de la variedad sentimental que caracteriza al personaje en semejante encuentro con su mujer. Los matices cobran, pues, un añadido a la “intriga” que debe ser característica de una novela.

Al fijamos en enunciados concretos: “se le antojaba a rabiar” nos lleva una frase coloquial que ha superado el coloquialismo gracias a la expresión más alta de “antojaba”. Si consideramos cornear hemos de resaltar sus connotaciones violentas, pasionales, propias de quien se siente excitado ante una mujer que lo recibe en camisón. Cuando dice “se relamió” no sólo está encerrando la tópica reacción del varón ante una mujer atractiva, también contiene la idea del placer que le supondría que ella accediera a sus deseos.

Hemos reseñado que un texto narrativo enuncia elementos que remiten al lector al pasado, a lo ya leído, y anuncia otros con vistas a provocar su interés. En el fragmento seleccionado se nos habla de otros personajes como Ana María y Dimas Reyes, cuyas relaciones con Godofredo ya conoce el lector al llegar a estas páginas. Pero, de cara a lo que ocurrirá en el futuro, esos gestos provocativos de Martina (al agacharse para recoger el pañuelo de papel, al sentarse dejando ver el desnudo de sus muslos) ¿indican una provocación intencionada para volver a tener relaciones con su exmarido? Y todo ello, ¿pese a lo que el lector conoce por escenas anteriores, por la opinión que sobre Godofredo tiene, por su actual relación, por la relación de éste con Ana María? Ese ir abriendo puertas de intriga es habilidad de buen novelista, incluyendo aquellas puertas que muestran de inmediato lo que podrían estar ocultando en un momento dado de la página escrita.

La redundancia con aportación de nuevos matices de la situación (sentimientos, acciones, pensamientos de los personajes) configura, a veces, una sintaxis de cierta complejidad, que, sin embargo, no dificulta la lectura, al menos en el texto que nos ocupa.

Otro ejemplo de esa redundancia con aporte de elementos nuevos lo tenemos en la siguiente cita: “1) Debía fecundar de una historia real una historia ficticia. 2) Derivaría las tragedias y sus efectos tenebrosos hacia su propio interés. 3) Procuraría que los misterios que envolvían los asesinatos apuntaran hacia las personas que le eran desafectas”. La primera afirmación (primera frase) posee un valor abstracto en el sentido de general y válido para situaciones varias. La segunda apunta de modo cercano a los acontecimientos ocurridos que podrían derivar a su propio interés. La tercera ya hace alusión a hechos concretos: asesinatos cuyas sospechas habrían de recaer en “personas que le eran desafectas”.

Un rasgo más, caracterizador del fragmento, acaso de la narrativa de Navarro: la afirmación general, abstracta, relacionada con el ejemplo anterior y la explicación concreta posterior. Lo vemos en el cuarto párrafo. “Martina Sanromán prescindió del estilo punzante que la caracterizaba y se internó por una mutación pragmática”. (afirmación general abstracta), seguida de otro enunciado más concreto y cercano: “Con ese toque femenino que manipula con las formas la fascinación de los sentidos…” Para referirnos el hecho concreto, elemento esencialmente narrativo, frente a lo expositivo anterior: “…dobló el cuerpo por la cintura para recoger un kleenex de la batea de la mesa de centro, pegándose el camisón por la parte trasera, hasta introducirse por la ranura de los dos cachetes del culo, y se sentó a continuación aupándose los bajos y dejando volar los muslos hasta producirle desconcierto a Godofredo”. Sin duda nos presenta una actitud deliberada de Martina que sugiere al lector nuevas expectativas: ¿accederá Martina a los deseos de Godofredo? ¿Qué pretende con ese cambio de actitud, sentándose otra vez, si ya se había levantado para “concluir el diálogo”?

Consideremos la frase: ““El astuto descaro provocó a Godofredo que había captado el reto de la desvergonzada maniobra”. El narrador califica la provocación de Martina como “astuto descaro” y, a continuación, se fija en el personaje para quien el descaro se convierte en “desvergonzada maniobra”. De nuevo hay que insistir en las expectativas que estos hechos crean en el lector.

Si analizamos expresiones como “se entregaba en los brazos de otro” y la comparamos con “se entregaba a los brazos de otros” nos percatamos de que no es gratuito el cambio de preposición: en la expresión del novelista quedan ofrecidas connotaciones que están ausentes en el segundo enunciado: la mujer se entrega no a los brazos, sino se entrega al otro con un ardor que va más allá del mero abrazo. Entregarse a los brazos supone una entrega superficial y ajena al compromiso.

Como conclusión, añadimos que Carlos Guillermo va introduciendo elementos de gran expresividad y riqueza connotativa en un discurrir aparentemente lineal, aunque sea una linealidad curvilínea, en espiral.

  • Valor histórico-pragmático

El autor habla con conocimiento de causa de unas relaciones de pareja de nuestro tiempo, con realismo -de ahí el desenvolvimiento ficticio-. Da testimonio, por tanto, de “intrahistoria”, al modo en que lo quería Unamuno, “historia de quienes no aparecen en la historia”; da testimonio de nuestra época: una mujer con cierta actitud liberal que no tiene inconveniente en recibir a su exmarido en camisón, en la propia casa. El texto no nos refleja el motivo de la visita, aunque en episodios anteriores quede de manifiesto, así como los reclamos de ella y la expresión de sus opiniones sobre él.

En otro sentido, se aprecia en el autor una voluntad de precisar al máximo sobre las acciones, consideraciones y actitudes de sus personajes.

  • Notas complementarias

Carlos Guillermo Navarro nació en Utrera (Sevilla). Se licenció en Derecho. Por razones de trabajo se trasladó a Málaga, donde ejerció como personal técnico del Ayuntamiento. Sus inquietudes culturales y creativas lo llevaron a la creación del grupo de teatro independiente “Cascao” y, por supuesto, a escribir. Además de gran cinéfilo, es autor de las siguientes obras: El toque de rebato (1999), Por la ruta de los mares (2002), Apuntes de una crónica negra (2006), El paraíso de las flores marchitas (2013), El valle de los Riscos (2017) y en tres ediciones (1997, 2009 y 2019) el libro de cuentos Crónicas Narradas, cada vez con nuevos relatos.


[i] García Velasco, A. (1996): Propuestas metodológicas para el conocimiento de la obra literaria (Corona del Sur, Málaga)

[ii]  Obra citada y, entre otras, García Velasco, A. (1986): Método de Comentario de Texto. Teoría y práctica, Ágora, Málaga.

Publicado en:

Fragmento de «Apuntes de una crónica negra», por Antonio García Velasco (uma.es)

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